domingo, 16 de noviembre de 2014

SINDROME DEL COMEDOR NOCTURNO

SINDROME DEL COMEDOR NOCTURNO:

En este trastorno se come poco a lo largo del día porque el gran consumo llega tras la noche, con la consecuencia de que aparezca sobrepeso y alteraciones del sueño. Descubre si padeces el síndrome del comedor nocturno y cómo abordarlo.
Debido al desorden que se produce con la rutina normal de las comidas, las personas con síndrome del comedor nocturno suelen presentar obesidad o están predispuestas a serlo.
Las comidas deben ir disminuyendo en calorías a lo largo que pasa la jornada, ya que a la hora de la cena el cuerpo no necesita de un gran aporte energético al no someterse a grandes esfuerzos físicos o mentales. Por el contrario, en las personas que padecen el síndrome del comedor nocturno, estos baremos están descompensados, siendo capaces de ingerir hasta el 70 por ciento de las calorías por la noche en esos momentos que pasan despiertos.
El segundo gran efecto de los comedores nocturnos es que estas personas se levantan repetidas veces a lo largo de la noche y este comportamiento puede acabar originando insomnio.


Diabulimia

El aumento de peso que se produce por el uso inicial de la insulina en las personas diabéticas ha provocado que algunos pacientes adolescentes decidan no utilizarla y recurran a métodos purgativos con tal de no engordar, es el caso de un trastorno conocido como diabulimia.
La purga suele practicarse con el ayuno de algunas comidas, vómitos, la práctica excesiva de ejercicio físico, el uso de laxantes sin prescripción médica o con las restricciones voluntarias de las dosis recomendadas de insulina, todo ello con el fin de perder peso o de no ganar nuevo. Es la manera en la que la bulimia y la diabetes se encuentran y dan lugar a este nuevo trastorno, la diabulimia, que es aún más complejo de tratar.
Tal y como confirman los últimos estudios que han tratado de averiguar por qué se produce la diabulimia entre las personas diabéticas, algunas chicas jóvenes con diabetes han demostrado tener más del doble de probabilidades de desarrollar un trastorno alimentario en comparación con mujeres de la misma edad sin diabetes.

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